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domingo, 27 de enero de 2013

Se acercan días duros

Queda un mes y medio para mi fpp. Sé que es una fecha simbólica, muy pocos bebés nacen ese día, pero va ser un duro. Va a ser duro que llegue ese día y no poder abrazarte, besarte, aunque sea dentro de mi vientre aún. Va a ser durísimo ver como la niña de mi amiga (que casi comparte fpp) si nace y tú no.
Me imaginé tantas veces ese día. Imaginé un parto rápido sin anestesia. Imaginé mucho dolor físico pero una gran sensación de fuerza. Imaginé que te cogía en brazos y lloraba como con tu hermana.
Te imaginé con mucho pelo, morenita, aunque blanquita de piel. Imaginé tu dulce olor a bebé recién nacido. Imaginé que papá y yo te dábamos mil besos, y nos besábamos nosotros dos después incrédulos ante tu belleza. Te imaginé mamando de mi pecho minutos después. Y sobretodo imaginé como sería que tu hermana te conociera, y tener por primera vez a mis dos niñas juntas. Imaginé como reaccionaría ella ante tu llegada mil veces.
Pero este día llegará y no habrá nada de eso y esto me duele en el alma más que nada en el mundo. Mi niña, me doy cuenta de que aún no he asumido que no vas a llegar, que tarea más difícil y dura ésta.
Ese día encenderé una velita blanca, como muchas noches hago, porque me hace sentirte más cerca. Desde donde quiera que estés espero que te llegue el amor que te tengo. Te querré hasta que me muera.

miércoles, 16 de enero de 2013

Prólogo

Me alegré muchísimo cuando vi las dos rayitas en el test. Yo ya lo presentía porque dos días antes en otro test ya se intuía una segunda sombra. Además, desde hacía unos días, al llegar la noche y tumbarme en el sofá notaba mi barriga ligeramente diferente, como cuando empezó a notárseme el primer embarazo.
Los tres primeros meses no podía pasar más de dos horas sin comer o el estómago se me ponía superrevuelto. Era el único síntoma aparte de la barriguita y los pechos más grandes de lo normal.
El día de la primera ecografía iba muerta de miedo pero cuando te vi, respiré hondo y me emocioné muchísimo. Estabas bien y yo me sentía pletórica. En la semana 16 supimos que eras una niña. Salí se aquella consulta superfeliz, deseaba una hermanita para mi primera hija y se iba a cumplir.
Poco después noté tu primera patadita. Me pasaba la noche tocándome la barriga, queriendo acariciarte y notar más.
Te hablaba, cuando estaba en la ducha te decía que te quería mucho. Cuando por las noches leía el cuento de rigor a tu hermana pensaba que tú también lo oías, que lo estaba contando para las dos.
Me encontraba muy bien físicamente pero de últimas ya mi barriga era notable. Un día después de mucho limpiar se me hincharon un poco los tobillos como me pasaba en mi primer embarazo.
El fatídico día de tu partida, muerta de miedo y dolor en el baño, noté ganas de empujar, me llevé las manos a mi vagina y te toqué. Supe que no había marcha atrás y fue horrible. En el hospital, con el dolor más grande por el que jamás he pasado, noté como salías de mí. Lo noté perfectamente y es una sensación que no podré olvidar jamás.
Por todo esto y mucho más para mi has existido y existes. Y aunque sólo estuvieras aquí 21 semanas me duele en el alma la gente a mi alrededor que hace como si no hubiera pasado nada. Se que lo hacen para no hacerme daño, pero nada me hace más daño que el que ignoren tu existencia.
Mi pequeña, tu papá y yo jamás te olvidaremos, y cuando tu hermana sea más mayor le contaremos todo y vivirás para siempre en nuestros corazones.